Que me perdone la vida por las veces que no la disfruté, por las veces que intenté evadirme de todo lo que me rodeaba y por las veces que lo conseguí. Que me perdone el amor por no haberlo sabido cuidar, por dar un lugar en mi corazón a personas que no se lo merecían y por tratar a las verdaderas prioridades como segundas opciones. Que me perdone la suerte por cada momento en el que la malgasté, por usarla como no debía y por obviarla en más de una ocasión. Que me perdone la piedra en la que tantas veces me tropecé por no haberla esquivado cuando la veía cerca, por preferir chocarme y por volverlo a repetir. Que me perdonen mis manos por seguir escribiendote a pesar de todo. Que me perdonen mis ojos por seguir mirándote. Que me perdone mi cabeza por seguir pensándote. Dicho esto: volveré a caer, pero prometo ponerme casco y rodilleras.
¿Cómo explicar al mundo en 500 caracteres aquello que no logras terminar de decir en una vida entera?